Tras sus ojos de brillo infantil
agazapada, casi invisible la tristeza
asoma,
empañando la belleza juvenil
y el rostro sensual de la hermosa señora.
Imborrables cicatrices de vívidos amores
forjaron indomable, experto y hechicero
un espíritu blindado, a prueba de dolores;
no hay pasado, ni recuerdos, tampoco rencores.
En los espejos del alma
agazapada, casi invisible la tristeza asoma
burlando la imagen comprensiva y sosegada
de la sensual y hermosa señora.
No hay pasado ni recuerdos, tampoco
rencores,
solo la mirada firme y escrutadora
esa que todos disfrutan, esa que nadie
ignora
y un gesto mezcla de dulce y acíbar,
que nadie percibe… Cuando ríe la señora.
LUIS E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario